viernes, 1 de enero de 2010

LAS PLANTAS MEDICINALES EN LA MEDICINA TRADICIONAL CHINA


Si bien la medicina moderna está bien desarrollada en la mayor parte del mundo, grandes sectores de la población de los países en vías de desarrollo todavía dependen de los profesionales tradicionales y de las plantas medicinales para su atención primaria. Es más, en los últimos decenios el interés por las terapias naturales ha aumentado enormemente en los países más desarrollados y el uso de plantas medicinales se halla en expansión. Y es la fitoterapia china el sistema terapéutico no convencional de mayor aceptación y difusión en Occidente.

La medicina tradicional china (MTC) es una ciencia milenaria que, aunque en occidente empezó a ser conocida hacia los años treinta, tiene más de 4.000 años de antigüedad: según reliquias y documentos históricos la acupuntura se remonta al neolítico y el testimonio escrito más antiguo de MTC data del siglo xi a.C.

La institucionalización de la MTC en su país de origen se remonta al siglo vii d.C., a la dinastía Tang (618-907 d.C.), cuando se fundó con la «Oficina de Médicos Imperiales» uno de los primeros centros académicos de medicina en la historia de la medicina mundial. La enseñanza se desarrolló de lleno en la dinastía Song a partir del siglo x (Song, 960-1279 d.C). Desde entonces, prosiguieron sin pausa el estudio y la práctica de las artes curativas chinas que gozaron de una protección imperial bastante generosa.

Hasta 1827 la medicina occidental no llegó a China, por lo que desde sus orígenes y hasta aquel momento la MTC fue la única modalidad de práctica médica que se utilizaba en la mayor parte del continente asiático. Este larguísimo período de exclusividad proporcionó a esta medicina una casuística clínica que le ha permitido forjar un modelo teórico basado totalmente en la experiencia acumulada durante miles de años.

La convivencia de la MTC y la medicina occidental tuvo su momento de máximo enfrentamiento en 1929, cuando el gobierno del Kuomintang adoptaba una resolución que condenaba al desprestigio a la acupuntura y la moxibustión, dos de los pilares de la MTC. El edicto no llegó a llevarse a cabo, gracias a la oposición tan categórica que hubo en todos los ámbitos de la sociedad china. Ese mismo año se crea el Instituto Chino de Investigación en acupuntura y moxibustión que inicia un histórico curso por correspondencia dando instrucciones a estudiantes de todo el país. Pocos años después, el instituto que se había convertido en un instrumento decisivo para la supervivencia de la MTC comienza a editar el Journal of Acupuntura and Moxibustion, el mismo que actualmente se edita con el nombre de Journal of Traditional Chinese Medecine.

En 1931, la Liga de Naciones estableció en Ginebra un comité especial para emprender un estudio global sobre la MTC, con lo que esta medicina milenaria empezó a ser objeto de investigación científica en el mundo occidental. Desde entonces, la ciencia médica occidental ha confirmado muchas de las prácticas de la MTC.

En 1949, la Constitución de la nueva República Popular China decide convertir la medicina tradicional en la medicina del pueblo, por lo que debe desarrollarse simultáneamente con la medicina moderna. La MTC es un sistema médico fiable y sus costos clínicos no son altos. Al mismo tiempo, su sencilla aplicación y la ausencia de tecnologías complejas permiten enseñarla y difundirla, a niveles básicos y con una cierta facilidad, entre los comités sanitarios y de barrio que el nuevo gobierno comunista impulsa.

Por consiguiente, desde la fundación de la República Popular de China, la Medicina China Tradicional se ha desarrollado en forma sostenida, de manera que para fines de 1995 había 2.522 hospitales de MTC con un total de 276.000 camas y la mayoría de los hospitales generales tenía un departamento dedicado a esta medicina. Asimismo, en 1995 se contaba con 940 fábricas y plantas para la fabricación de los medicamentos herbarios.

Por otro lado, mientras la MTC continúa difundiéndose en el sistema sanitario occidental, científicos y médicos de las universidades y hospitales chinos realizan rigurosos estudios científicos sobre la eficacia y seguridad de las diferentes modalidades terapéuticas que incluye la MTC (fitoterapia, acupuntura, moxibustión), lo que contribuye en gran medida al desarrollo y difusión de la MTC en todo el mundo.

A partir de los años setenta, la OMS empieza a prestar atención a los éxitos alcanzados por China en la solución de sus problemas de atención primaria y en 1975 crea el Programa de Promoción y Desarrollo de las Medicinas Tradicionales.

Bases de la MTC

Para la medicina china, comprender una enfermedad implica captar la relación entre todos los signos y síntomas del paciente. Por tanto, el método chino es holístico y se basa en la idea de que no se pueden comprender las partes si no es en relación con la totalidad. Si una persona presenta un síntoma, la medicina china trata de averiguar cómo encaja ese síntoma dentro del esquema global del paciente. Posee un sistema de diagnóstico muy desarrollado que se basa en cuatro fases:

­ Interrogatorio.

­ Observación.

­ Percepción del olor y del sonido.

­ Palpación.

Es importante hacer notar que el diagnóstico chino no está basado en la tecnología de punta sino en las cualidades humanas del terapeuta. Sin negar el interés de ciertos exámenes modernos, un profesional de medicina china bien formado puede, por ejemplo, a través de la toma del pulso radial, detectar ciertos desequilibrios mucho antes de que puedan ser detectables por otros medios.

La MTC está igualmente constituida por un sistema terapéutico extremadamente desarrollado y perfeccionado que ha hecho célebre este arte médico a través del mundo. Se apoya sobre cuatro pilares fundamentales: fitoterapia, acupuntura y moxibustión (aplicación de calor sobre la superficie cutánea), tuina (masaje y técnicas manipulativas) y dietética china.

Fitoterapia china

El repertorio de medicamentos chino es una de las fuentes más amplias (contiene más de 7.000 especies de plantas medicinales) y mejor documentadas que existe; además, goza de un uso continuo. Hay que señalar que no sólo se incluyen drogas vegetales, sino que también constan especies minerales y sustancias animales.

Hasta que en 1975 la OMS empezó a prestar atención a los éxitos alcanzados por Oriente en la buena solución de las enfermedades, la estrategia seguida en la República Popular China consistió en el reconocimiento del valor intrínseco de su propia cultura médica y del conocimiento sobre la utilidad curativa de las plantas medicinales preservada durante milenios. Para ello incorporaron el herbolario en la medicina oficial, lo que permitió hacer una valoración informativa de investigación clínica de las plantas medicinales utilizadas.

En concreto, China, Japón y Corea cuentan con una permanente investigación química y farmacéutica de los productos herbarios usados por la población y una constante evaluación clínica, como las llevadas a cabo en el hospital de Beijing en China. Sin embargo, sin dejar de reconocer la necesidad de contar con una permanente investigación química y farmacológica de los productos herbarios usados por la población o recomendados por los acupuntores, se optó por realizar, como primer paso para seleccionar los recursos vegetales que deberían investigarse, la evaluación clínica; es decir, se invirtió el método de investigación: primero se confirmó la utilización terapéutica del extracto o tisana de uso popular y, a partir de la información clínica obtenida, se desarrolló el nuevo medicamento con estudios clínicos y farmacológicos complementarios.

Uno de los mejores ejemplos de la acertada estrategia de investigación fue la realizada con Artemisa annua (qinghao), medicamento antimalárico que resuelve el problema de las resistencias a la quinina y sus derivados. El qinghao se ha utilizado en China durante más de 2.000 años. La investigación se inició en 1973 con la utilización del extracto original, administrado por vía oral a 2.099 enfermos de malaria. Esto se hizo bajo un estricto control médico en 12 hospitales: el 98% de los pacientes se curó. Frente a tan contundente resultado y reuniendo una detallada información clínica sobre el efecto observado, se aisló el compuesto activo en los 6 siguientes meses de trabajo. En sintetizar el compuesto y varios derivados se tardó un año. Unos 4 años después se conoció el mecanismo de acción de los productos obtenidos y se industrializaron los derivados más eficaces, artemisinina y arthemeter.

El desarrollo de medicamentos bajo la estrategia oriental no se ha limitado a la utilización de principios activos obtenidos de la planta cuyo uso en la medicina tradicional estaba bien documentado, sino que también incluye la valoración de plantas en uso por la población actual. Esto ha dado como resultado el reconocimiento de plantas medicinales como Ligusticum chuanxiong, eficaz en el tratamiento de la angina de pecho; Crataegus oxycantha, para accidentes cerebrovasculares; Angelica sinensis, útil en el tratamiento de las hepatitis; Rhizoma cynanchi stauntonii, que posee acción antiinflamatoria, expectorante y antitusígena útil en las bronquitis crónicas; Xiang shi qing jie, de acción antibiótica; Qingyangshen, contra la epilepsia mal controlada, y un largo etcétera.

Pero, además, también se estudió el valor terapéutico de combinaciones de plantas medicinales de tradición popular mediante estudios clínicos y posteriores investigaciones químicas y farmacológicas. Así, por ejemplo, Kampo es una mezcla de diversas plantas útil para estimular las defensas y útil como coadyuvante en el tratamiento del cáncer; Shimotsu-to es una combinación que tiene un efecto eficaz contra la inflamación crónica; Nao Li Su es una combinación de cinco plantas que incrementa el número de glóbulos rojos en las anemias crónicas del anciano, y Nao Yi An es un complejo de plantas efectivo en la prevención y tratamiento de hemorragias cerebrales.

Gracias a este constante trabajo de investigación y evaluación de la calidad, la inocuidad y la eficacia de las plantas medicinales, la edición de la Farmacopea de la República Popular de China de 1990 incluía 784 artículos sobre los medicamentos chinos tradicionales y 509 artículos sobre los medicamentos chinos patentados. Las monografías describen la fuente o las sustancias usadas, las prescripciones, los métodos de preparación, la identificación, el examen, la extracción, los efectos y las indicaciones, así como métodos principales de uso, dosificación y precauciones. En la nueva edición de la Farmacopea China se cuenta aún con más información sobre los medicamentos herbarios.

Por Maria Transito Lopez Luengo

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