viernes, 9 de julio de 2010

PETARE ES LA ALTERNATIVA


En el mercado de Petare, en el este de Caracas, María revista la lista de hierbas que le dió el curandero. En ésta figuran Albahaca y Ruda. "La Albahaca la utilizo para baños, la Ruda para el dolor de vientre y el Romero para el cabello".

A parte de sus problemas de salud, tiene otra preocupación en mente. "La casa está pesada, dice. Me mandaron a echarle ramas, a lavar la casa y me han mandado a darme un baño para la buena suerte y para echar los malos espíritus".

No muy lejos, Emperatriz Hernández atiende a sus clientes en otro de los puestos de venta de hierbas que hay en el mercado. Para curar la gripe, recomienda el Mal Ojillo o Limoncillo, y para los nervios el Toronjil. Esta última hierba la conoce muy bien.

"Yo el Toronjil lo uso con frecuencia. Me da muchos nervios y uso el Toronjil como sedante. Lo tomo en tecito en la noche".

Ella prefiere utilizar remedios naturales para curar el cuerpo, no "para cosas malas", refiriéndose a prácticas mágico religiosas.

Sin embargo, reconoce que "de vez en cuando me doy mi bañito, por si acaso. Baños dulces, con hojas de menta para limpiar el aura. También uso los pétalos de rosa, que son muy buenos para el amor", dice con una risita picaresca.

Petare es uno de los barrios pobres de la ciudad y muchas personas buscan en las plantas medicinales una alternativa ante el alto costo de las medicinas.

Mucha gente prefiere venir aquí en vez de ir al doctor, me explicó Francisco Ramos, otro de los vendedores. "Hoy en dia usted va al doctor, la consulta más barata le sale en 30 mil bolivares (alrededor de 15 dólares) después le dan una receta, tiene que ir a la farmacia, otra cantidad de billetes. Entonces, prefiero agarrar esta planta, hervirla y tomar un té, y me quita el dolor que tengo", señaló Francisco.

Sin embargo, uno de los principales problemas que existe en Venezuela es que con excepción de escasas comunidades rurales e indígenas, el conocimiento detallado que tenían generaciones anteriores sobre el uso de estas plantas, se ha perdido.

Los abuelos de los residentes de Petare, que vivían en el campo, conocían con certeza cómo utilizar estas hierbas; los nietos, que se criaron en la ciudad, no necesariamente saben.

Adiós a la "Nana Tecnología"

Sólo un 10% de la población venezolana vive en el campo y el éxodo a las ciudades ha traído un cambio importante en el uso de hierbas con fines curativos.

El profesor Stephen Tillet, quien está a cargo de uno de los herbarios de la Universidad Central de Venezuela, advirtió que una consecuencia de esto ha sido la pérdida de la cultura campesina, que incluía el conocimiento de hierbas.

"Como la mayor parte de la población se ha mudado a las ciudades, se ha perdido lo que yo llamo Nana tecnología. Nana es la abuela. Las abuelas sabían exactamente qué planta, en qué proporción y cuantas veces al día, pero ahora hay demasiado uso de hierbas sin conocimiento y de ahí los problemas de intoxicación".

Tillet, estadounidense con más de treinta años en Venezuela, cuenta que ha habido varios casos de intoxicación debido al mal uso de plantas medicinales.

"En una ocasión tuvimos seis casos de intoxicación de niños, a los cuales le dieron sobredosis de Pasote, que se utiliza contra las lombrices, mezclado con sábila", dijo. Tres de estos murieron, incluyendo a un bebé de cuatro meses.

Las personas recuerdan que sus abuelas utilizaban este remedio, pero "el problema es que la dosis curativa es muy cercana a la dósis tóxica, y el número de personas que conoce con precisión las proporciones es muy limitado".

Gerard Hayed, también del herbario de la UCV, señaló que la tradición del uso de plantas medicinales se ha perdido desde los años cincuenta.

Todavía en el 1944, "una cuarta parte de la farmacopea venezolana tenía el uso de determinadas plantas medicinales certificadas. El boticario, que era el farmacéutico en aquélla epoca, podía utilizar esas plantas para ser dispensadas, y hoy en día hasta ese conocimiento lo hemos perdido y es lo que estamos tratando de recuperar", afirmó Hayed.

Hoy la tradición persiste en las comunidades rurales, donde los abuelos conservan todavía sus métodos naturales y chamanes indígenas continúan practicando la curación tradicional de la misma forma que lo hacían cientos de años atrás.

3 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Es una pena que se esté perdiendo esta importante tradición y aportación a la salud en Venezuela. Gracias a gente como tú tal vez sobreviva.
Un abrazo.

Maria de los Angeles dijo...

Entre todos tenemos que dar a conocer las bondades de la plantas curativas.
Gracias Mercedes, un beso!

Mirta Pagola dijo...

Gracias María de los Angeles, ésto está sucediendo en todo el continente lamentablemente... Gracias por rescatarlo, gracias por ayudarnos a seguir creciendo.
Abrazo de luz, Mirta