1- Siento una gran satisfacción por mi profesión, por la gran oportunidad que me proporciona de contribuir a dar alivio al dolor humano.
2- Fortaleceré mi espíritu, para ver la vida con optimismo y evitar que me invadan la tristeza y la desazón.
3- Para los enfermos o convalecientes, tendré siempre una palabra de aliento y una sonrisa.
4- Respetaré mi lugar de trabajo y contribuiré a que ofrezca el mejor aspecto de orden y limpieza.
5- Me mantendré actualizada en cuanto a técnicas y conocimientos que me permitan ofrecer una mejor atención a los enfermos.
6- Exhortaré a las personas sanas a que tengan buenos hábitos de higiene, para que conserven el enorme tesoro que representa la salud.
7- Trataré de sobreponerme a la intransigencia y la consideraré como parte del estado anímico de los pacientes.
8- Trataré de proyectar la mejor imagen de mi persona, para inspirar confianza con mi sola presencia.
9- Modularé el tono de mi voz para que pueda imprimir a mis palabras, matices de comprensión y de optimismo.
10- Consideraré los errores cometidos como parte de mi aprendizaje, en mi constante afán de superación para mejor aprender y ayudar a quienes han caído en postración y mantendré vivo el pensamiento de que “Aliviar el dolor es obra divina”.
Florence Nigthingale (1820-1910)
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