domingo, 23 de junio de 2013

TÉCNICA PARA ACCEDER A LA CONCIENCIA PURA


¿De qué va su método?
De tomar consciencia de un problema. La conciencia lo disuelve.
Anda ya.
Ya verás: ponte en pie.
En pie, ya está.
Ahora piensa en algo que te preocupe.
¿Qué tipo de preocupación?
Un dolor, un patología, un conflicto…
Pensado, va.
Del 0 al 10, ¿hasta qué punto te preocupa?
Un… seis.
Relájate.
La palma de su mano roza mi espalda.
No hago nada. No hagas nada. No hacer.
Ajá.
Así, bien.
¿Pinza mi nuca con pulgar e índice?
Tu cuerpo oscila. Es normal, no pasa nada.
Así. Muy bien. Calma. Un par de minutos…
Ya está. ¿Qué tal?
Bien. Relajado.
¿Cuánto te pesa ahora ese problema en que has pensado? Del 0 al 10.
Tres…
¡Bien! Lo has relativizado a la mitad que hace un rato. No tienes que hacer nada más.
¿Ya está?
Durante un par de días, la sanación continuará. El problema irá disolviéndose.
¿Por qué debería? Difícil creerle…
Has tomado conciencia, y ahora ella se ocupa. Así funciona. Esforzarte en hacer no funciona. Se trata de no hacer: eso descubrí.
¿Cómo lo descubrió?
A los 61 años perdí el trabajo, perdí la casa, me divorcié, tuve que trasladar mi consulta, me comían las deudas… Y comencé a angustiarme muchísimo.
Hombre, es normal.
No, porque yo venía practicando meditación trascendental ¡dos horas y media cada día durante los últimos 35 años!
¿Ah, sí?
Vivía en Japón, y a los diez años me iniciaron grandes maestros japoneses. Así entrenado, se suponía que gozaba de una mente calma y desapegada de lo material… ¡y me descubrí aterrorizado por la falta de dinero! ¡Tenía mucho miedo! Así que algo fallaba.
¿Y qué hizo?
Dejar de esforzarme en buscar soluciones: me limité a observarme, a observar mis sentimientos, mi miedo…
¿Y qué pasó?
¡Que mi miedo se disipó! Y una gran paz lo reemplazó.
¿Conclusión?
Silencio. Conciencia. Inactividad. ¡No hay nada de malo en relajarse y no hacer nada! Así, con la mera conciencia, se sanan conflictos emocionales. Y, de paso, fisiológicos.
Mi conciencia no es tan poderosa.
Sí lo es. ¡La paz está ahí! La tienes en ti, pero lo has olvidado. ¡Deja de hacer, deja de esforzarte, y permite que aflore esa paz! Brillará como una joya luminosa.
Muy bien, que aflore. Y luego, ¿qué?
Te sanarás desde lo más profundo, disolverás dolencias psíquicas y físicas. Tu conciencia solventará esos males en poco tiempo.
¿Qué entiende usted por conciencia?
Si la mente fuese una bombilla, la conciencia sería la electricidad que la ilumina. Sin conciencia, no existe nada. La luz es la paz.
¿Dónde está la conciencia?
La conciencia pura es informe e ilimitada. Es fuente de toda la energía y la materia.
¿Sí?
Orden y forma generan las ondas (“cuerdas”), que al cruzarse generan partículas subatómicas, que al combinarse forman átomos, que al unirse crean moléculas, que a su vez componen sustancias, objetos…
¿Puedo acceder a esa conciencia pura?
Siéntate cómodo. Cierra los ojos. Sigue el fluir de tus pensamientos. Tras unos segundos, pregúntate: “¿Por dónde llegará mi próximo pensamiento?”.
¿Y?
Vuelve a hacerlo y observa: ¿detectas una pequeña pausa entre tu pregunta y el pensamiento siguiente? ¿Y entre un pensamiento y otro? Está atento y descubrirás ese intervalo: ¡ese intervalo es… conciencia pura!
Ya.
Si repites este ejercicio unos minutos –puedes preguntarte: “¿A qué olerá mi próximo pensamiento?”, “¿a qué se parecerá mi próximo pensamiento?”–, advertirás que tus pensamientos se sosiegan, que tu cuerpo va relajándose… Y surgen eumociones. Al entrar en contacto con la conciencia pura, se puede sentir lo que Frank denomina “eumociones”.
¿Qué son las eumociones?
Paz, alegría, gozo, ¡lo propio de la conciencia pura!  A diferencia de las emociones que surgen a partir de un pensamiento o hecho concreto (por ejemplo, estoy enojada por X, me preocupa Y, estoy feliz porque…, etc.), las eumociones son universales y no responden a ninguna causa más allá que haber sentido la conciencia pura al menos durante algunos segundos.
¿Cada cuánto aconseja este ejercicio?
Puedes hacerlo durante un minuto en diversos momentos del día. Es vivir la experiencia de la no experiencia. Y si observas con regularidad ese intervalo, ¡notarás más energía, te sentirás mejor!
¿Algo tan sencillo resulta tan sanador?
He visto a personas que en su lecho de muerte me han dicho: “¡Gracias por salvar mi vida!”. Perder el miedo es sanar la vida.
Este método suyo se parece a venta de humo, a un crecepelo de la nada.
La técnica no es nada: importa la conciencia. Córtate las uñas sin conciencia… y harás un destrozo. Sé consciente de la conciencia pura: irás más allá del cuerpo y la mente… y todo lo que sucederá será para bien.

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